Con mi investigación sobre el Mito del Viaje del Héroe, me dediqué a buscar bibliografía que hablase sobre este importante relato de búsqueda espiritual. Entre otros libros, me tope con «El Héroe Interior. Arquetipos de transformación» de la psicóloga pionera en Estados Unidos Carol Pearson. Este libro me ha ayudado y lo sigue haciendo a profundizar en la psicología de este viaje mítico, ya que ahonda en los procesos psicológicos implícitos en el viaje. Habla sobre 6 arquetipos que vivimos a lo largo de este Viaje Heroico.
Cabe decir que este libro fue publicado en 1989 y que por tanto, tiene ya sus años; pero no importa, su conocimiento es totalmente actual. Lástima que la versión española tiene una traducción pésima… Pearson publicó la extensión de este libro años después añadiendo 6 arquetipos más al viaje con un total de 12 (4 por cada fase). No obstante, creo que es preferible empezar por el de 6, asimilarlos, comprenderlos, verlos actuar en nuestras vidas para luego pasar a ampliar la exploración de los arquetipos a 12.
Estos 6 arquetipos son: el inocente, el huérfano, el vagabundo, el mártir, el guerrero y el mago. Cada arquetipo está presente en nuestras vidas; en algunas áreas predominan más que otros, pero de algún modo se hacen presentes y viven a través nuestro. La manifestación de cada uno de ellos hace que vivamos las circunstancias de una determinada manera, por tanto, ante una misma situación, podemos percibirla y actuar de modos diferentes en función de qué arquetipo predomina en nosotros en ese momento.
Este punto que voy a comentar creo que es particularmente importante cuando miramos la influencia de los arquetipos en su relación con los movimientos sociales, con este gran movimiento global de vivir en un mundo mejor, en un mundo nuevo, como decía el otro día alguien en nuestro facebook «en un mundo de seres crísticos»… Creo que es necesario poner los pies en la tierra y ser realistas en cuanto a en qué estado emocional y por tanto, de evolución de conciencia nos encontramos. Una cosa es creer que uno está en cierto nivel y otra es estarlo. Una cosa es creer que uno va a ascender por arte de magia al reino crístico por efecto de alguna influencia externa (2012, el Sol, etc.) y otra es que estemos preparados para hacer algo semejante y ocurra. Además, hay que currárselo mucho para purificarse, transformarse, metamorfosearse en los planos mental, emocional, físico, energético y espiritual, es un trabajo arduo, doloroso y no es nada popular… aunque el resultado sea mayores grados de plenitud profunda.
Como parte de esta necesaria ascensión de la raza humana o evolución hacia su verdadero origen, existe una labor ardua de autoconocimiento, de enfrentar la propia sombra y la colectiva para integrar ambas en nuestra consciencia. Como parte de este proceso de autoconocimiento, está la observación, análisis e integración de arquetipos que se manifiestan en el día a día y que son muy útiles para conocerse y transformarse.
En este post quiero hablar de los dos primeros arquetipos, el del Inocente y el del Huérfano. Considero que son dos arquetipos que están presentes en la mayoría de la humanidad. Es de vital importancia hacer consciente cómo se manifiestan en nuestras vidas para poder avanzar hacia arquetipos de mayor autoridad y soberanía. Queremos construir un nuevo mundo, pero no podremos hacerlo desde la postura de inocente y/o de huérfano. Estos arquetipos se manifiestan de múltiples maneras y hay que estar muy atento para darse cuenta de su presencia en nosotros, en nuestro hacer, sentir y pensar.
En mi opinión, estos arquetipos se muestran en la mayoría de manifestaciones públicas, caceroladas, protestas turbulentas, recriminaciones públicas, etc. Porque la energía que mueve es la indignación, la rabia, la impotencia, el malestar, la pobreza, el pobre de mi, la necesidad de esperar a que algo se mueva desde fuera (el gobierno, instituciones, etc.), unas emociones y sentimientos propias de estos arquetipos. Básicamente es la actitud de esperar a ser rescatado. Con estas palabras no estoy diciendo que sea malo o incorrecto, todo lo contrario, es necesario y bueno, aunque es fundamental avanzar hacia otras posturas más soberanas y proactivas.
La presencia en nosotros de estos arquetipos nos impide construir, ser creativos, tener la fuerza, la determinación y la valentía de abrir nuevos caminos. Su presencia hace que esperemos la salvación a la crisis, a nuestros problemas, a la situación del planeta, por alguien externo, Dios, los extraterrestres, los gobiernos, las instituciones, los políticos, el Parlamento, los amigos, la pareja, los padres, etc. Esperar a que ocurra algo para que el mundo en el que estamos cambie y sea un lugar mejor, es la manifestación del arquetipo del huérfano que se siente impotente para hacer los cambios necesarios en su vida esperando de un salvador que lo haga por él.
Antes de pasar a los arquetipos, también es importante saber que uno puede creer estar en el arquetipo del guerrero, el mártir, el vagabundo o el mago, pero la realidad es que todavía está en el huérfano, ya que los falsos guerreros y mártires suelen estar todavía en la etapa del huérfano. Aunque esto lo iremos aclarando a medida que avancemos.
Un verdadero trabajo de consciencia pasa por ver nuestras sombras, incoherencias, debilidades, carencias emocionales, aquellos aspectos no valorados ni reconocidos socialmente, aquello que no queremos ver de nosotros porque otros no lo quieren ver en nosotros, aquellos aspectos que con el tiempo vamos relegando a la sombra personal. Salir a pescar, como decía Jung, para con cada travesía traer a la orilla nuevo material inconsciente que procesar es una tarea poco popular porque no es agradable, más bien, todo lo contrario, ver algo que no queríamos ver de nosotros es algo doloroso. Pero un verdadero camino de ascensión al reino kristico, como decían en el facebook de PDI hace poco, pasa inevitablemente por aquí.
Añadiría también, que los arquetipos del Inocente y el Huérfano son tan comunes porque vivimos en un sistema social que está repleto de carencias y éstas son vividas por los padres que tienen un hijo/a. Esas carencias se proyectan hacia el hijo/a de todas las maneras, la más importante es la afectiva. En una sociedad alienada, los padres inconscientes proyectan sus miedos, ansiedades, carencias emocionales, y todo tipo de emociones desequilibradas en sus hijos. Éstos a su vez crecen con carencias emocionales y el niño interior se mantiene en el mundo adulto buscando el amor que no le dieron, la protección que no tuvo, el cobijo emocional que necesitaba, el reconocimiento que no obtuvo, así, vivimos en un mundo lleno de cuerpos adultos con niños y niñas abandonados, solos, inseguros y temerosos que esperan ser rescatados por figuras de autoridad externas. La carencia de mitologías, guías de vida, ritos de paso, contribuyen a la perpetuación de este ciclo vicioso, este sufrimiento y estado niño-adolescente del colectivo humano.
Cuidado con aquellos que promulguen la ascensión a reinos superiores sentados o estirados en una colchoneta esperando meditando a ascender como con un ascensor, porque lo único que harán será contribuir a permanecer sentados o estirados en el mismo lugar por largo tiempo.
Cuidado con aquellos que generen esperanzas de salvación a los problemas actuales como a la crisis social, económica, medioambiental, política, religiosa y energética sin que asumamos nuestra responsabilidad personal. Esperar a ser rescatados, salvados y ayudados son emociones y actitudes que forman parte del arquetipo del huérfano y del inocente, perpetuándolo. Aquellos que promueven el que seamos salvados por Maitreya, los extraterrestres, los gobiernos e instituciones internacionales, Anonymus, líderes espirituales, gurus, iluminados, contactados, maestros, etc., pueden ser ellos mismos huérfanos que necesitan ser rescatados o manipulaciones político-económico-religiosas para que entreguemos todavía más nuestro poder personal y permanezcamos esclavos.
Pasemos a ver en detalle cada arquetipo y sus aspectos psicológicos:
El Inocente
Palabras clave: inocente, temprana infancia, la caída, abandono, traición, ira, satisfacción de necesidades, miedo a la pérdida del Paraíso, negación, narcisismo, discernimiento, desencanto, desilusión.
Equivalente a la temprana infancia, en el que la inocencia es el estado natural. Cuando se prolonga en el mundo adulto lleva a la negación y al narcisismo. Cuando estamos en este arquetipo, el mundo está para servirnos, cuando no lo hace es fuente de fastidio, ira, rabia, enfado, etc. El mundo se entiende como todo y tod@s los que nos rodean. La necesidad del inocente es la de permanecer a salvo en el Paraíso, en este estado en el que necesita que el mundo le sirva.
El inocente se enfrenta a la Caída, que significa abrirse paso en la vida, sintiéndose abandonado y traicionado. La Caída significa darse cuenta de que el mundo no está para servirnos y que por tanto, si no hacemos nosotros lo que debemos, nadie lo hará. Con la Caída el inocente siente rabia, ira y se siente abandonado por el mundo porque no hace lo que esperaba. La caída hace referencia al Mito de Adán y Eva. Se experimenta como una desilusión respecto a lo que debía mantenerle en su Paraíso, como una forma de desencanto o desilusión hacia el mundo. Con la caída, se convierte en Huérfano. La gran caída es cuando aprendemos que el mundo no siempre es lo que nos enseñaron que debería ser.
Generalmente, cree en una jerarquía benevolente en la que los de arriba se ocupan de los de abajo y éstos muestran su gratitud sirviéndoles.
- Meta: no tienen porque están en el Paraíso
- Necesidad: que todas sus necesidades sean satisfechas por el mundo. En los hombres que las mujeres les atiendan, apoyen y les complazcan. En las mujeres que los hombres les protejan y les provean lo necesario.
- Miedo: la pérdida del Paraíso
- La Respuesta al Dragón: no existe. Los que se encuentran en esta situación no puede admitirlo, por tanto, niegan.
- Tarea: El discernimiento entre lo ilusorio y lo real.
- Regalo: confianza, el optimismo, la lealtad
El Huérfano
Palabras clave: pérdida de la inocencia, promesa y necesidad de rescate, el elemento salvador, sin poder interior, personas pasivas, a la espera, desesperadas, abrumadas, impotentes, víctimas, dependientes, necesidad de sentirse a salvo y seguras, protegidas, cuidadas por el elemento salvador, desesperanzados, caída del Edén, traición, escapismo, dolor, supervivencia, autodefensa, adicciones, impotencia por no poder.
El Huérfano resulta de la caída del Paraíso, tras la pérdida de la inocencia el mundo nos parece peligroso donde hay villanos y obstáculos con los que podemos tropezar. Debemos mantenernos a salvo, sobrevivir y encontrar a alguien que nos cuide porque nosotros no podemos hacerlo ya que nos vemos incapaces.
Comportamiento: El huérfano es eminentemente una víctima del mundo. Comportamiento ruin de hacer antes de que le hagan, como autodefensa, por tanto, su necesidad es la supervivencia.
Es posible que los huérfanos abusen de forma adictiva de sus relaciones, su trabajo y/o religión como medio para aliviar el dolor y proveer un falso sentido de la seguridad. Debido al dolor causado por la pérdida (la Caída), existe la necesidad de escapismo a través del alcohol, las drogas, el trabajo, el consumo, los placeres vacíos, filosofías, la falsa espiritualidad, el new age, las teorías de la conspiración, etc.
El cuento del huérfano es una sensación de impotencia, un deseo muy fuerte de elementos infantiles, en la que todas las necesidades sean satisfechas por una figura materna o paterna. Este sentimiento está yuxtapuesto a un sentimiento de abandono y de traición. La necesidad de encontrar a alguien que nos cuide, nos proteja, renunciando a la autonomía y la independencia. Como consecuencia los huérfanos no tienen confianza en si mismos y envían un mensaje al mundo: “no sé cómo cuidar de mi mismo”.
Como los salvadores y rescatadores que atraen no tienen todas las respuestas y no son perfectos, también se sentirán defraudados por ellos ya que no se sentirán totalmente a salvo. No son capaces de ver que es posible dar sin esperar recibir. El Huérfano es manipulativo para conseguir la seguridad que necesita.
El Huérfano como fase de desarrollo natural:
Durante nuestra juventud, en situaciones nuevas e inexploradas y con aspectos de nosotros mismos que aún no se han desarrollado, todos somos Huérfanos, y en consecuencia, dependemos de los demás. En un proceso de desarrollo humano saludable y normal, la fase del Huérfano es leve, la desilusión causada por cualquier figura de autoridad, seguridad o verdad nos impulsará a buscar otras opciones e iniciar nuestras propias travesías.
Meta: la necesidad de supervivencia sintiéndose a toda a costa a salvo de villanos, obstáculos y dificultades.
El Miedo: al abandono y la traición, quedarse a la intemperie, desprotegidos y desvalidos. La traición entendida como que no cumplan con sus expectativas de cuidador.
La Emociones dominantes:
- El miedo: por lo peligroso del mundo
- El dolor emocional: por la pérdida del Paraíso, la inocencia
- La impotencia: porque no se sienten capaces de valerse por si mismos
- La ira: la impotencia se manifiesta en ira. La ira se dirige hacia uno mismo (el interior), al percibir que somos los causantes de nuestra situación por no ser capaces o por nuestras carencias o hacia el mundo (el exterior) aquellos que sean los causantes de nuestra condición de precariedad. La ira se manifiesta en rabia e incluso violencia. La ira y el miedo son proporcionales a las expectativas que alimentaban la ilusión.
- La desesperación: mezcla de ira, impotencia, dolor y miedo.
Mecanismos de protección: La negación: para defenderse y protegerse del abismo, de su condición de inválidos, de cuan necesitados e impotentes son, se aferran a la inocencia y por tanto se vuelven narcisistas e indiferentes al dolor ajeno, además de negar el suyo propio.
La Respuesta al Dragón: se victimizan ante el Dragón, se sienten desesperados, abrumados, y a la espera de ser rescatados.
La Tarea: aprender a confiar en uno mismo, en sus propias fuerzas, a hacerse responsable de si mismo. Abandonar la inocencia y la negación para aprender que el sufrimiento, el dolor, la escasez y la muerte son parte inevitable de la vida. El sufrimiento nos ayuda a enfrentar nuestros peores temores y de ese modo nos libera de la parálisis que sufre el Huérfano al buscar constantemente la seguridad.
La tarea consiste en iniciar el camino de la independencia, de la búsqueda de la propia verdad. Esta necesidad será fruto de la desilusión respecto a cualquier figura de autoridad, de verdad, de seguridad, de comodidad. Esta desilusión nos impulsará a buscar autoridades más adecuadas o a convertirnos en nuestras propias autoridades (la búsqueda inicia el arquetipo del Vagabundo).
Pasos del proceso del huérfano:
- Primero: depositar la confianza y esperanza en el exterior (alguien o algo) para que le de un impulso.
- Segundo: confiar en su propia habilidad para ayudar a otros (a través del Mártir o el Guerrero)
Sistema emocional del Huérfano:
Necesitan poner la fe y la esperanza en manos de otro como mecanismo liberador del peso de no saber qué hacer y no poder conseguir lo que necesitan por ellos mismos. Utilizan el mecanismo de la negación para sobrevivir emocionalmente, ya que no pueden aceptar el abrumador estado de impotencia y de cuan necesitados están. La negación les sirve para no tener que hacer frente a todo el dolor y el sufrimiento a la vez, de lo contrario sería demasiado. Por otro lado, esta negación es uno de los grandes impedimentos para emprender el viaje del Héroe, ya que nos mantiene inválidos y presos de nuestra impotencia.
No confían en sus propias virtudes y capacidades, así que se sienten dependientes y poco merecedores. Se sienten sin poder interior. Suelen ser manipuladores para conseguir la seguridad y la confianza que necesitan a través de los otros. Como estrategia suelen utilizar su dolor de la pérdida para lograr que los otros sientan pena por ellos, o para hacerlos sentir culpables y que de esta manera hagan lo que quieren.
De la mano de la responsabilidad va la culpa de su sufrimiento, “si me hago responsable de lo que me ocurre soy el culpable de mi sufrimiento”. Por este motivo les es necesario colocar fuera de si el origen de su sufrimiento proyectando la culpa sobre otras personas (amigos, amantes, compañeros, padres, jefes, maestros, Dios, la sociedad, etc.). En la medida que culpan a los demás de su sufrimiento tienden a alienarse y encerrarse más en si mismos haciendo que sus vidas se vuelvan más desoladas y solitarias.
El huérfano entiende que para recibir algo tiene que dar algo, por tanto, hay un sacrificio que hacer. Como necesita seguridad y cuidado, se sacrificará para recibirlo. Pero a medida que puede sentirse más seguro por sí mismo podrá dar sin esperar nada a cambio y podrá recibir sin sentir la necesidad de sacrificarse a cambio. Por tanto, se irá sintiendo menos huérfano.
Sistema mental del Huérfano:
En el área que contiene la promesa de rescate , las personas se manejan con un sistema cognitivo bastante absolutista y dualista. Creen que son la autoridad y que saben cuál es la verdad. Para el verdadero creyente todo lo que no sea su verdad liberadora es falso y tal vez inclusive malévolo.
El Regalo: El regalo es ver que puede valerse por sí mismos y tener la capacidad y esperanza de que puede lidiar con el Dragón. El regalo es la confianza y la esperanza en contraposición a la desesperación que le genera al huérfano la impotencia de no saber por dónde tirar, qué hacer y sentirse abrumado por el Dragón.
El Rol del Salvador:
Los huérfanos a cambio de amor y protección suelen entregar su vida y sus servicios a sus salvadores. Lo triste del caso es que esta confianza que deposita el huérfano en su salvador, suele ser abusada porque los rescatadores a su vez necesitan sentirse seguros, necesarios, valiosos a través de las víctimas. Si esta necesidad es muy fuerte, los supuestos salvadores dependen de modo muy profundo y básico del permanente servilismo de las personas que han rescatado. Suele ser una de las deformaciones profesionales de las actividades asistenciales. Los salvadores no están mucho más allá de las personas a las que auxilian.
«Recuperemos a nuestro niño/a interior, hagámonos cargo de él o ella y crezcamos interiormente para ser autoridad sobre nuestro templo interior, para ser soberanos de nuestro reino exterior, de nuestro mundo, nuestro Planeta y sus recursos. Recuperemos el poder interior que nos confiere el rey y reina que espera ser llamado para ejercer su poder sobre su reinado, nuestro templo, nuestro ser, nuestro mundo. Abracemos todo lo que incrementa nuestro poder interior, libertad y soberanía, y seamos cautos con aquello que nos hace dependientes».
Pepón Jover |