Comprender la muerte es clave para comprender la vida. Es una premisa que siempre me ha parecido fundamental para poder construir el edificio de la vida personal, así como el funcionamiento de una sociedad. Es mi impresión que tal como los individuos perciben y entienden la muerte desarrollarán un tipo u otro de actitudes, prioridades y valores en la vida.
Actualmente vivimos en una sociedad donde prevalece la razón, el empirismo más materialista y una serie de principios científicos que hacen que veamos la vida y la realidad como un accidente del cosmos, donde lo único que existe es lo único que somos capaces de percibir y entender. Con estas bases, nos perdemos una enormidad de matices y realidades, y nos cerramos a que la vida nos sorprenda con aspectos que contradicen nuestros principios.
Actualmente interesa pensar que la conciencia es un producto de la actividad neuronal, y que como consecuencia cuando muere la persona física, muere también su identidad y su conciencia. Esta premisa favorece una gran industria económica, política y religiosa. Pero nada más lejo de la realidad!. Cuando uno se pone a investigar en serio, encuentra evidencia que apunta a todo lo contrario, y ésta es abrumadora. De todas formas, aceptar ciertas verdades viene de la mano de la evolución interior. Llegamos y aceptamos ciertas verdades cuando estamos preparados para asumirlas ya que pueden tener consecuencias muy profundas en nuestra profesión, estilo de vida, prioridades, actitudes y valores.
Como decía al principio, la cuestión de la muerte es un pilar que soporta la estructura de nuestra vida, por tanto, para poder aceptar que tal vez con la muerte física no se termina la vida, hay que estar preparado para que el resto de estructuras que están consolidadas con los años en este pilar puedan cambiar o derrumbarse.
Aquí una entrevista con el Dr. Pim Van Lommel quién logró publicar un artículo en la prestigiosísima revista The Lancet, portavoz de la ciencia “oficial”, con un estudio cuanto menos revelador. En él, desmontaba las típicas teorías oficiales sobre las experiencias cercanas a la muerte y presentaba con protocolos científicos irreprochables múltiples ejemplos de personas que habían estado muertas… y cuya consciencia había seguido funcionando. Las conclusiones del doctor Pim van Lommel reflejan que nuestro cuerpo físico no sería más que un receptáculo de la conciencia: procesos como la memoria también residirían “fuera” de la materia, abandonando ésta en el momento del óbito.
Entrevista publicada en La Contra de la Vanguardia el 20/02/2002, y realizada por Lluis Amiguet.
Tengo 58 años. Soy cardiólogo desde hace 31 y profesor de Cardiología del hospital Rijnstate de Arnheim (Holanda). He visto morir a cientos de pacientes y resucitar a algunos: mi vida cambió cuando empecé a averiguar qué había al otro lado. Mi estudio en «The Lancet» desafía el concepto de conciencia de la medicina oficial.
Tenía 42 años y sufrió un infarto en el autobús. Llegó a mi hospital en coma, ya azul, sin pulso ni respiración. Lo intubamos. La enfermera tuvo que quitarle la prótesis dental para conectarle el tubo…
-¿Y murió?
– Clínicamente estaba muerto. Pero al cabo de hora y media su corazón volvió a latir débilmente. Después de una semana abrió los ojos y la primera persona que vio fue aquella enfermera que le había intubado cuando él estaba en coma…
-¿Y…?
-Fue la enfermera la que casi sufre un ataque entonces, porque el paciente que ella había visto muerto la saludó y le dio las gracias por haberle intubado con mimo. Y le preguntó dónde había puesto su prótesis dental…
-No es la primera vez que se explican estas experiencias: túneles, luces, cosas así…
-Es la primera vez que la prestigiosa «The Lancet» publica un estudio como el mío, que desafía nuestro concepto de conciencia.
-Cuénteme.
-Es el primer estudio prospectivo, no retrospectivo; es decir, no explicamos experiencias después de la muerte (EDM), ya suficientemente documentadas, sino que apuntamos las causas que las producen.
-Pues explique, explique.
-Estudiamos 344 casos de pacientes que habían sufrido un ataque cardiaco y estaban clínicamente muertos. Sólo 62 de ellos (el 18 por ciento) había experimentado una EDM.
-No son muchos.
-Precisamente por eso, no aceptamos la explicación meramente fisiológica de esas EDM. Como sabe, hay tres explicaciones médicas hoy aceptadas para justificar las EDM.
-No lo sabía, pero me estoy enterando.
-Pues sí. La primera es fisiológica: la anoxia (falta de oxígeno) en el cerebro daría lugar a alucinaciones, luces blancas y demás.
-Resplandor blanco al final del túnel…
-Sí. Luego hay otra teoría, la psicológica, que sostiene que esas EDM son fruto del miedo a la muerte. Y luego una tercera teoría afirma que las EDM son consecuencia de la mezcla de anoxia y el miedo a la muerte.
-¿Y usted qué cree?
-Yo he demostrado que no puede ser la anoxia, pues todos los pacientes la padecen y, por tanto, todos tendrían también que experimentar una EDM. En cambio, sólo el 18 por ciento tiene una EDM. Tampoco acepto la teoría psicológica, porque los 344 pacientes que entrevisté no tienen conciencia de haber sufrido ese miedo a la muerte.
-¿Y son sinceros siempre?
-Sus recuerdos son precisos, claros y muchas veces comprobables, como el de la prótesis que le explicaba antes. Vamos, hombre: no cuestione mi estudio. ¿Por qué no cuestiona conmigo nuestra idea de conciencia?
-Estoy dispuesto.
-Muchos médicos, cuando oyen estas historias de sus pacientes, prefieren atribuirlas a alucinaciones, al trauma, a lo que sea, porque esas experiencias cuestionan su concepto de conciencia y de muerte.
-¿Y usted?
-Yo ya no puedo aceptarlo tras mis 31 años de cardiólogo y haber visto morir a cientos de pacientes y «resucitar» a decenas de ellos. La medicina oficial considera que la conciencia es un producto del cerebro y por lo tanto desaparece cuando desaparecen las funciones cerebrales.
-Eso tiene su lógica…
-¡Pero la realidad y mi experiencia lo desmienten! Estos enfermos con sus EDM demuestran que hay conciencia después de la muerte y la tenían cuando ya estaban clínicamente muertos y sus funciones cerebrales eran inexistentes. Su percepción estaba encima de su cuerpo y fuera de él. ¡Y tuvieron experiencias ultrasensoriales comprobadas!
-¿Y usted qué piensa?
-Me interesa el concepto de conciencia como retransmisor de ondas, una especie de televisión que repite ondas que llegan de otro sitio. Así que, aunque el cerebro deje de funcionar, la conciencia sigue retransmitiendo.
-Interesante.
-Y me intriga ver cómo las experiencias después de la muerte cambian la vida de mis pacientes. ¿Sabe que el 70 por ciento de los regresados se divorciaron poco después?
-¿Por qué?
-Porque eran otras personas y su nueva personalidad no casaba con su antigua pareja. Cuando regresan de la muerte, los pacientes con una EDM ya son otras personas.
-¿Por qué?
-Han perdido el miedo a la muerte, pues han estado allí y saben que no pasa nada, que de algún modo siguen estando en alguna parte. Y eso les cambia su manera de vivir.
-Pero no son ellos ya…
-¡Por ahí va usted bien! Ahora siga pensando conmigo…
-Lo intentaré.
-¿Cómo es posible que cambiemos nuestro cuerpo hasta la última célula unas 50 veces en 80 años -si es que llegamos a vivirlos- y sigamos siendo nosotros?
-¿Somos nosotros?
-Siga haciéndose preguntas. ¿Está la conciencia ligada a nuestro yo o puede ir más allá? Está claro que puede ir más allá de la muerte. Lo hemos demostrado.
-Pero los que vuelven no son ellos…
-Siga pensando.
– Doctor, no sé si yo quiero ir más allá.
-Ese es el problema de muchos humanos y, no crea, también de muchos médicos.
-¿Y usted?
-A mí, trabajar en este estudio me ha cambiado la vida porque, si no temes la muerte, cambias tu vida.
A mi me operaron de un cancer de pulmón y después de abrirme vieron que el tumor se había alojado en la 1ª, 2ª y 3ª vertebras dorsales comiendome el hueso y en contacto con la médula Resultado cerraron sin hacerme nada. Pero yo viví estaba en un tunel blanco, muy, muy blanco casi con una luz cegadora había gente por el túnel unos, apoyados por la pared otros, paseando y todos estaban en calma.De repente una señora mayor me cogió de la mano y me llevo hacia el final del túnel yo me iba con ella felíz, pero en ese momento; algo me cogió del cuello y me sacó de allí.Lo que más me impresiono es que no veía los rasgos de la gente ni sus exprexiones pero las percibá con tanta claridad…. mejor que si las viese.
Alfonso.
Hola Alfonso!
Muchas gracias por compartir tu experiencia! que interesante. Creo que experiencias reales enriquecen enormemente este tipo de artículos e informaciones.
Animo a aquellos que hayan vivido experiencias similares que compartan, ya que las experiencias nos enriquecen mutuamente.
Cordialmente,
Pepón